Son chicos de entre 11 y 17 años que vivían en condiciones de extrema vulnerabilidad, sufrían de problemas de adicción o no tenían contención familiar. Captaba a sus víctimas en la zona del puerto.
Merodeaba las esquinas y las plazas de la zona del Puerto para elegir a sus víctimas. Las buscaba con un mismo perfil: chicos con grave problemas de adicciones, con escasa contención familiar o en condiciones de extrema pobreza. Una vez que los captaba, los llevaba a su casa y los violaba. Su raid sexual terminó hace dos semanas: la justicia lo descubrió cuando estaba contactando a un menor de 15 años y lo detuvo.
La caída del abusador se produjo el 12 de julio en la esquina de avenida 39 y Luis Agote, pero la causa fue mantenida bajo un fuerte hermetismo judicial para preservar la identidad de las nueve víctimas que ya fueron detectadas.
Según pudo confirmar este miércoles LA CAPITAL de fuentes oficiales, se espera que en los próximos días el juez federal Santiago Inchausti resuelva la situación procesal del detenido. Es decir: si le dicta o no la prisión preventiva y que defina la imputación que le corresponde ya que aún se trata de establecer si además de los abusos sexuales existió el delito de trata de personas y pornografía infantil. Los investigadores, además, aún están analizando los teléfonos celulares y la computadora secuestrada en la casa del acusado en búsqueda de más evidencia.
La causa comenzó a ser investigada cuando un chico contó ante un organismo estatal que ofrece contención a menores en situación de vulnerabilidad que un hombre había abusado de algunos de sus amigos. “Estaba asustado de que le pasara lo mismo”, reveló una fuente con acceso a la causa.
Ante esta situación, la fiscal federal Laura Mazzaferri empezó investigar la denuncia con colaboración de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y miembros de las Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia (ATAJO). En principio se trató de establecer la identidad del abusador: en base al testimonio de familiares y supuestas víctimas se determinó que se trataba de un hombre de 65 años. Luego se descubrió su atroz mecanismo de captación: buscaba a chicos en situación de extrema vulnerabilidad que tenían problemas de adicciones, que vivían en la calle o que carecían de contención familiar. Los contactos eran en principio personal y luego a través de la red social Facebook, donde preservaba su identidad: la foto de perfíl era de un equipo de fútbol, no había imágenes de su cara y las charlas las realizada por chat privado.
Una vez que se pudo identificar al hombre se empezaron a reconstruir sus movimientos. En base a los datos obtenidos se descubrió que el abusador captaba a sus víctimas en la zona del Puerto. Tenía distintos modos de actuar. A algunos chicos les ofrecía plata, a otros recarga de sus teléfonos celulares y hasta drogas para llevarlos hasta su casa. En otros casos se acercaba a algún familiar y hasta se ofrecía a darle clases de inglés. Las víctimas y sus familias -en algunos casos sólo un tío o un abuelo- estaban en condiciones de extrema vulnerabilidad social.
Con los datos recopilados, los investigadores montaron un operativo para atraparlo que incluyo seguimiento y escuchas teléfonicas. En uno de los llamados se detectó que el hombre contactó a un chico de 15 años y fijó un encuentro en la esquina de Luis Agote y la avenida 39. “Traete ropita para bañarte en casa”, le pedía al menor. El chico, de escasos recursos, le respondió que la única ropa que tenía era la que llevaba puesta.
Ante esta situación, el 12 de julio, investigadores de la PSA vigilaron la zona donde el abusador había citado a su víctima y lo atraparon.
Con el violador preso, la fiscal Mazzaferri continuó con la búsqueda de prueba. Entre los testimonios obtenidos, la investigadora pudo establecer que el hombre tenía un método para amenazar a los chicos que se asustaban cuando los contactaba: enviaba a otro menor al que ya había cooptado a que los golpeara. No sólo eso: también comprobó que cuando los chicos tenían familiares buscaba ganarse su confianza.
La recolección de evidencia avanzó con el paso de los días y este miércoles se obtuvo un testimonio clave: se entrevistó a una de las víctimas en cámara gessell, un espacio en que en base a ayuda de psicólogos y asistentes sociales se busca reconstruir la declaración de los menores. El resultado fue contundente: el chico contó cómo era abusado y la forma en que el hombre lo contactó.
En los próximos días, la fiscal continuará tomando testimonios a más víctimas para seguir reconstruyendo los pasos del violador.